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¿Qué valores transmitimos a nuestros hijos?

Se podría decir que todo nuestro comportamiento está sustentado por valores. La vida nos da diferentes caminos que escoger todos los días. Ir en una dirección u otra la determina nuestro sistema de valores, aunque muchas veces no somos conscientes de ello. Tanto la psicología, como la sociología, dedican multitud de estudios a comprender cómo se transmiten, aprenden, se cambian y qué influencia tienen en nuestra personalidad.

A nuestros hijos les estamos educando en valores desde que nacen. No lo hacemos de una forma sistematizada y a veces ni siquiera consciente, pero los transmitimos constantemente, con nuestro tono de voz, en el juego, dando un baño a nuestro pequeño, vistiéndole, etc…

Esta transmisión se hace cada vez desde más canales. Antes era desde la familia y poco más (hace muchos años algunos niños no estaban ni escolarizados). Los que los niños aprendían en su reducido círculo social, corrían normalmente en la misma dirección, y ésta solía tener mucho que ver con la ideología religiosa. Hoy en día ha crecido notablemente el ambiente social de niños y jóvenes. Aunque la familia sigue siendo el primer nivel social al que tenemos acceso, ejercen una gran influencia los medios de comunicación de masas y las redes sociales. Es más complicado que nunca transmitir los valores que los padres consideran importantes si desde fuera se transmiten otros incompatibles.

Valores confusos o inapropiados generan problemas de violencia, adicciones u otras patologías en la edad adulta

¿Cómo se transmiten los valores?

En una ocasión, el Defensor del Menor le pregunta a un adolescente asesino: ¿Por qué has matado a esa chica?- El chico le responde: “porque soy malo”- ¿y por qué eres malo? “Porque nací así”. Evidentemente ese chico no nació malo, pero creció en una familia de asesinos. ¿No lo seríamos nosotros si hubiéramos crecido en un ambiente igual?

Los valores se aprenden por medio de tres vías:

A través de la observación de modelos

En la infancia es la vía que más impacto tiene. Los padres normalmente intentan transmitir valores que ellos consideran positivos, sin embargo, ¿cómo trasmitir a un hijo que debe compartir ante un comportamiento individualista y egoísta? Transmiten más los modelos que las palabras. Hace poco vi unas imágenes en la televisión de padres y madres pegándose en un partido de futbol dónde jugaban sus hijos. Fue tan impactante que seguro que sus hijos no lo olvidarán jamás. ¿En qué valores les están educando? “Cualquier cosa vale con tal de que te den la razón”. “La violencia se puede justificar”.

A través de la experiencia

La experiencia va tejiendo nuestro sistema de valores gracias a las emociones que van asociadas a ella.

A través de nuestra interpretación

El mundo que nos rodea no es lo que es sino como lo percibimos. Cuando nos vamos haciendo adultos tenemos unos posos de lo que nos han transmitido, pero desde la libertad y la introspección reinterpretamos lo que nos han estado inculcando. Cuestionarnos nuestros valores va a ser fundamental para avanzar y conformar nuestra personalidad.

Los valores en nuestra sociedad

Tratan de suplir con leyes y normas la falta de valores positivos de nuestra sociedad. Los que tradicionalmente considerados deseables como el altruismo, la compasividad o el esfuerzo chocan fuertemente con los nuevos valores de la sociedad occidental: hedonismo, individualismo y éxito sin esfuerzo.

Los niños no nacen con ellos, no saben lo que está bien o mal. Sus malos comportamientos deben tener consecuencias claras, coherentes y contundentes. La sociedad educa en derechos, pero no lo hace en deberes. Ciertamente es complicado inculcar valores básicos, como el reconocer que se tienen unos derechos, pero que los demás también los tienen o que conseguir lo que uno quiere requiere un esfuerzo. Si se dejan pasar los años sin inculcar los valores básicos,  a los hijos les resultará más difícil interiorizarlo.

No tener una educación en valores clara puede generar importantes problemas en la formación de la identidad y la personalidad. Cuando son confusos o inapropiados generan problemas de violencia, adicciones u otras patologías en la edad adulta.