
No hay duda de que el concepto de paternidad y maternidad ha cambiado mucho en los últimos años, al igual que lo han hecho otros roles de la sociedad. La pérdida de autoridad y una hiper-responsabilidad de padres y madres tienen consecuencias para niños y adultos.
Enfrentarse a educar a los hijos es una de las tareas más complicadas en la vida. En el deseo de muchos padres y madres de ser “los mejores” se intenta proteger a los hijos de cualquier error y fracaso. En el propósito de que nuestros hijos no se sientan frustrados, se les exime de cualquier responsabilidad, molestia o esfuerzo. Es la hiper-responsabilidad de una super-madre y un super-padre.
“Vamos a estudiar que tenemos examen”
He oído muchas veces frases como ésta. ¿Dónde está el error? Quien tiene examen es el niño, pero el único que se siente responsable del éxito o fracaso en los estudios es el padre o la madre. No importa que los adultos tengan trabajo, tareas domésticas, facturas que revisar o tiempo de ocio; ahora también tienen que estudiar con sus hijos. Fueron responsables de sus estudios cuando eran pequeños y ahora lo vuelven a ser de los estudios de sus hijos. Y éstos, ¿qué responsabilidades tienen? La respuesta es “ninguna”. Los estudios de nuestros hijos son su responsabilidad, pero se la quitamos cuando la hacemos nuestra. Un niño al que no enseñamos a ser responsable de lo que le corresponde en cada momento no aprenderá a serlo nunca.
Consecuencias de la hiper-responsabilidad de los super-padres
Muchos padres y madres piden ayuda psicológica ante la presión que sienten por exceso de responsabilidades. En una familia tiene que haber un reparto de responsabilidades de acuerdo a su rol dentro del sistema familiar. Ayudar o apoyar a los demás en sus responsabilidades es importante para el funcionamiento y el bienestar emocional dentro de una familia, pero cuando uno carga con sus responsabilidades y las de los demás, los efectos son devastadores.
Un niño al que no enseñamos a ser responsable de lo que le corresponde en cada momento no aprenderá a serlo nunca
Estrés, ansiedad, depresión y conflictos familiares pueden ser las consecuencias inmediatas. Las consecuencias a largo plazo para los hijos van desde la desmotivación, hasta problemas de baja autoestima, depresión o adicciones. Cuando a los hijos no se les enseña a ser responsables no llegan a madurar. Tendrán problemas emocionales que no sabrán gestionar.
Cómo educar en la responsabilidad
Ir adquiriendo responsabilidades acordes a la edad y enfrentarse a la frustración es fundamental para llegar a la madurez emocional. Saber cual es el rol de cada miembro dentro de una familia es esencial para tener menos estrés, menos conflictos y mayor motivación. El objetivo es, que estudiar todos los días, hacer la cama y recoger su habitación llegue a ser un hábito. Que lo haga por sí mismo, sin que nadie se lo tenga a decir. Que se sienta responsable y orgulloso de cumplirlo, aunque le cueste un esfuerzo. Para llegar ello tiene que haber un proceso de aprendizaje. No importan tanto los resultados como el hecho de que tome conciencia de que es su responsabilidad y que las cosas en la vida cuestan un esfuerzo.
Ayudar a los hijos a madurar es amarles de verdad. Donde hay un padre o madre hiper-responsable hay un hijo irresponsable, inmaduro. Esto es una mezcla explosiva.