
Estar enfadado es una emoción. Como tal tiene su función. ¿Te has preguntado alguna vez por qué me enfado? o ¿para qué sirve enfadarse? Sentirse enfadado es algo normal y puede ser positivo o negativo, lo cual tiene más que ver con cómo gestionemos esa emoción más que el hecho de que sea buena o mala en sí misma.
¿Por qué me enfado?
El detonante universal del enfado es la sensación de hallarse amenazado. La amenaza puede ser física, pero la mayoría de las veces es simbólica. Podemos sentir amenazada nuestra estima, nuestra valía, nuestro bienestar u otras cosas como el reconocimiento social. Sentirnos tratados injustamente, ser menospreciados, o sentirnos frustrados pueden actuar como detonante de toda una serie de pensamientos y conductas que alimentan más el enfado.
¿Para que sirve enfadarse? ¿Hay que evitarlo?
Se puede encontrar cierto atractivo a enfadarse. Hay gente que dice que “necesita descargar”. Ciertamente, se produce tal activación cerebral que nos sentimos impulsados a actuar. Nos sentimos fuertes, llenos de energía y desaparece el miedo. Nuestro monólogo interno va justificando nuestra manera de actuar, dándonos más y más motivos que alimentan la ira. Pero, ¿qué ocurre cuando nos tranquilizamos? ¿Alguna vez te has arrepentido de tu comportamiento cuando estabas bajo el dominio del enfado? Cuando nos dejamos llevar completamente por esta emoción solemos actuar de manera irracional o poco adaptativa, aunque en ese momento nos parezca lo más normal. No hay que evitar enfadarse en alguna ocasión. El problema es la frecuencia, la duración y las consecuencias de nuestros enfados. En ocasiones, las cosas que decimos a otras personas cuando estamos enfadados son como arrugar una hoja; ya nunca vuelve a su estado original. No solo se pueden deteriorar las relaciones personales. También pueden traer consecuencias indeseables a nivel laboral (falta de concentración) o a nivel físico (problemas digestivos, cardíacos, etc…).
Nunca llegarás a tu destino si te detienes a lanzar piedras a cada perro que te ladre
Cómo controlar el enfado
¿Por qué me enfado? Para analizar de forma más racional una situación que nos produce enfado hay que tomar distancia emocional. Ya que el enfado nos produce gran excitación es bueno practicar alguna técnica de relajación. Para las personas que practican meditación o mindfulness es más sencillo controlar el enfado, pero si tú no lo practicas puedes simplemente respirar profundamente antes de pasar a la acción. También puedes intentar distraerte hasta que la emoción desaparezca. Ten claro que si tu objetivo es poner límites, bajo una emoción intensa no lo harás de la forma adecuada.
Una vez que hayas conseguido tu primer objetivo, estar más relajado, pasa a analizar por qué te sientes amenazado. Aprende a relativizar y analiza únicamente la situación presente, no respondiendo a antiguas ofensas o preocuparnos por futuras amenazas.
Si ya estás tranquilo, pero crees que la situación que ha creado el conflicto debe ser abordada para evitar más problemas, hazlo desde un estilo asertivo. No te dejes llevar por la agresividad.
La terapia psicológica puede ayudarte a manejar emociones como el enfado. Una de las terapias que mejor lo abordan es la terapia de aceptación y compromiso. La aceptación comienza con el reconocimiento como algo propio y normal el malestar.