
Todos hemos tenido que vivir nuestra infancia con los roles y etiquetas que nos han puesto nuestros padres, profesores o grupo de iguales. Sus expectativas calan tan hondo en nuestra psique, que determinan en gran medida nuestra forma de pensar, actuar y sentir durante toda nuestra vida. Es tremendamente complicado librarse de algo que ha calado tan hondo de forma inconsciente.
Los efectos de colocarnos un rol o etiqueta pueden ser positivos o negativos. Pueden generar motivación, aspiraciones o por el contrario estrés, desmotivación o baja autoestima.
Te explicamos qué son los roles o etiquetas en la infancia y cómo pueden llegar a influir en nuestra vida.
Qué son los roles y etiquetas
El rol es un concepto social. Es un papel que nos impone la sociedad según las expectativas que se tiene sobre nosotros. Del mismo modo que un actor en una película tiene un papel, los individuos en la sociedad tenemos un papel otorgado por los demás. De esta forma se espera que actuemos de determinada manera. El rol y nuestra identidad, nuestra personalidad, se interrelacionan. El rol, por lo tanto, es lo que representamos, aunque en ocasiones no se corresponde con lo que en realidad somos. Son los demás los que con su peculiar forma de interpretar la realidad deciden qué esperar de nosotros.
¿Por qué se ponen etiquetas?
Nuestra mente tiene una tendencia a catalogar a las cosas y a las personas. Para ello creamos las etiquetas sociales. Una etiqueta suele estar cargada de estereotipos. Nosotros etiquetamos a los demás y también nos dejamos llevar por las etiquetas que los demás han puesto a alguien. Así cuando una persona tiene una etiqueta la prejuzgamos y le atribuimos una serie de características que creemos se relacionan con la etiqueta. Por lo tanto ya tenemos una imagen de una persona que a penas conocemos que determinará como nos comportaremos con ella y lo que esperamos de esa persona. Las etiquetas tienen un enorme poder para distorsionar nuestra percepción de los demás.
Por lo tanto, si nos presentan a alguien y nos dicen al oído “esta es una estirada”, ya nos estamos imaginando a una mujer que mira por encima del hombro, es maleducada, se cree el centro del universo y trata a los demás con desdén. Por lo tanto, nuestra actitud hacia ella va a ser distante y fría. No estamos percibiendo a esa persona como alguien interesante para tener una amistad. Con nuestra forma de tratar a esa persona estamos generando las actitudes que realmente esperamos de ella. No se va a comportar de forma especialmente cercana si nosotros estamos siendo fríos y distantes.
¿Cómo afecta a los niños los roles y etiquetas que les ponemos?
Reflexiona por un momento: ¿qué roles y etiquetas has tenido en tu infancia? Quizá nunca le has reflexionado sobre esto, pero todos los hemos tenido y sentido. Los roles y etiquetas negativos en la infancia tienen un efecto muy importante a lo largo de toda nuestra vida. Es muy fácil poner etiquetas, del mismo modo que se pone la etiqueta a un envase en una fábrica. Todos somos “máquinas etiquetadoras”. Estamos muy acostumbrados a hacerlo, porque de algún modo nuestro cerebro necesita clasificar a las personas. De esta manera simplificamos nuestro mundo.
Pero, ¿has probado a quitar la etiqueta de un producto? Es tremendamente complicado y más cuanto más tiempo lleve puesta. Agua caliente, un rascador, alcohol…cuesta mucho y rara vez no queda ningún rastro. Pasa lo mismo con las etiquetas que nos ponen en la infancia. Es muy difícil deshacerse de ellas, porque forman parte de nosotros, y siempre dejan algún rastro. De alguna forma nos condicionan, marcan nuestra forma de ser, determinan hasta donde llegamos y pueden ser fuente de satisfacciones o de sufrimiento. ¿Creéis que impacta de alguna forma que seamos el guapo, o el gordo o el gracioso de la clase en el colegio? o ¿el hermano rebelde? ¿el listo?
A continuación, te contamos experimentos que explican cómo determinan los roles y etiquetas nuestra actitud en la vida.
El experimento de Ronsenthal y Jackobson sobre las expectativas de los profesores
En 1966, dos investigadores, R. Rosenthal y L. Jacobson llevaron a cabo un experimento consistente en practicar una prueba de inteligencia a niños de una escuela escogidos al azar. Se les dijo a los profesores que aquellos que sacaran resultados positivos en el test tendrían que avanzar de manera increíble en el transcurso del año siguiente. De ese grupo se seleccionaron a niños que tenían capacidades similares y dentro de la media. Ellos no tenían capacidades intelectuales superiores a la media, pero a los profesores se les hizo creer que sí, que habían conseguido unos resultados brillantes en las pruebas de inteligencia.
Los profesores no debían comentar nada a los alumnos ni a sus familias. Se quería comprobar si estos niños obtenían mejores resultados por las expectativas de los profesores que el resto de los niños del grupo de control a los que se les pasó la prueba, pero no se les seleccionó como intelectualmente superiores. Por tanto, a estos alumnos se les puso la etiqueta de “listos”, “muy inteligentes”, “brillantes”.
Resultados del experiemento
Después de unos meses de trabajo se les volvió a pasar a todos las pruebas de inteligencia. Casi el 50% de los alumnos de los que se esperaba un crecimiento superior al resto ganaron veinte o más puntos en coeficiente de inteligencia, mientras que solamente el 19% de los estudiantes que no habían entrado en la selección ganaron veinte o más puntos. No solo eso, sino que también obtuvieron unos resultados académicos significativamente mejores que el resto de alumnos.
Por tanto, este experimento nos muestra cómo las expectativas de los profesores sobre el alumno pueden tener un efecto sustancial en el rendimiento escolar y desarrollo intelectual. Con esas etiquetas que se les puso, los profesores acabaron dando un trato diferenciado a esos alumnos. Su lenguaje verbal y no verbal les transmitía continuamente “tú vales, tú puedes”. Mantenían más el contacto ocular con ellos, les daban más oportunidades, se les reforzaba más que hicieran preguntas, eran más amables y pacientes con ellos, etc…
Nuestra percepción sobre los demás hace que le pongamos etiquetas. Éstas, de forma más o menos explícitas, hacen que el otro perciba nuestras expectativas sobre él. Esta interacción va a influir a su vez en la manera en la que pensamos, actuamos y cómo nos sentimos.
Descubre como funcionan los roles y etiquetas en tu desarrollo personal
Problemas de autoestima, ansiedad, depresión, miedos, inseguridades, pueden estar íntimamente relacionados con los roles y etiquetas que hemos tenido en la infancia. Ya hemos visto hasta que punto las etiquetas que nos ponen los profesores pueden tener influencia en los resultados académicos y en el desarrollo de la inteligencia. Pero, si la influencia de los profesores en tanta, imagínate el impacto que tiene sobre nosotros las de la familia y amigos. Nuestros roles y etiquetas dentro de la familia van a condicionar en gran medida cómo nos conduciremos en la vida.
Cómo nos ponen etiquetas nuestros padres
Desde que nacemos, nuestros padres tienen una imagen de nosotros y unas expectativas basadas en aspectos en ocasiones muy subjetivos. Por ejemplo, imagina una familia de dos hermanos. El primero muestra algún signo que hace pensar a los padres que es listísimo. Por ejemplo, el hecho de que lea perfectamente a los cinco años. El hermano pequeño, no supo leer perfectamente hasta los siete. No saber leer perfectamente hasta los siete años entra dentro de la normalidad, sin embargo el primer hermano será para siempre “el listo”, el hermano quizá sea “el sociable”, porque tiene muchos amigos y se muestra muy cariñoso.
Las expectativas de los padres irán siempre encaminadas a promocionar esas cualidades en sus hijos y a justificarlo todo desde esas perspectivas. Quizás el hermano pequeño sea tan inteligente o más que su hermano mayor, pero las etiquetas condicionarán sus aprendizajes y expectativas. Al mayor le apuntarán a más clases para aprender varios idiomas y al ajedrez, porque le ven muy capaz. Y además le comunicarán que va a llegar muy lejos. En su hermano, en cambio, no tienen tantas expectativas a nivel académico y profesional.
Este tipo de situaciones tan habituales van a tener un gran impacto en cuanto a los éxitos que se van produciendo en la vida. Posiblemente, en este caso, el hermano mayor tenga mayores éxitos académicos que su hermano y el pequeño se relacione muy bien socialmente en un futuro. Sin embargo, no es todo tan simple. El hecho de que los padres tengan tantas expectativas a nivel académico y profesional, en ocasiones provoque mucha ansiedad. Ante dos retos, un de éxito seguro y otro más difícil, a menudo ese hijo puede elegir el fácil por miedo a decepcionar, a no cumplir las expectativas, miedo al fracaso.
Cómo librarse de las etiquetas
Si repasas tu vida te darás cuenta de la cantidad de etiquetas que has tenido. Unas nos parecerán más justas y acertadas; otras muchas tremendamente injustas. Nos gusten o no, van a ser nuestra tarjeta de presentación. Cuando preguntan sobre nosotros, seguramente lo primero que digan sea nuestra etiqueta (incluso puede ser muy antigua): era “el empollón de la clase” o “el enchufado de la empresa”. Las etiquetas pueden corresponden a comportamientos alargados en el tiempo, pero a veces, a comportamientos o situaciones anecdóticas.
Como hemos dicho, es muy difícil quitarse una etiqueta. La gente tendrá una atención selectiva sobre nosotros. Se fijarán en todo lo que corrobore muestra etiqueta y pasará desapercibido lo que la contradiga.
Para quitar una etiqueta no merecida tendremos que hacer un gran esfuerzo en resaltar conductas y comentarios que la desmientan. Es especialmente útil contar con las personas que nos conocen realmente para que ayuden con sus comentarios sobre nosotros a desmentirlo. Sin embargo, muchas veces no es necesario esforzarse en hacerlo. Si una etiqueta no nos va a perjudicar demasiado, quizá sea mejor asumirla con sentido del humor. Muéstrate tal como eres sin preocupación.
Lo más importante es hacer introspección para darnos cuenta hasta que punto las etiquetas han condicionado nuestra toma de decisiones en la vida. Intenta que no te sigan influyendo si realmente te han hecho daño. Tu puedes convertirte en la persona que mejor te conoce. Solo intenta superarte a ti mismo, sin estar continuamente comparándote con los demás o pendiente de lo que piensan de ti. Refleja cómo eres sin obsesionarte. No siempre las percepciones de los demás son más importantes que la tuya. También te puedes plantear cambiar lo que transmites si te perjudica.